Palabras del director
“La memoria es un ente anárquico, siento. Cómo, cuándo y porqué recordamos ciertas cosas y otras no, es un gran misterio para mí. Incluso cuando recordamos, es muy difícil confirmarle al mundo, incluso a uno mismo, la fidelidad de los recuerdos. El cuerpo nos cuenta mucho, sin dudas, pero ante la ley, enfrentados al mundo de lo tangible, me pregunto si esa sensación tendrá alguna validez.
La búsqueda de respuesta a esas preguntas me llevó a un deseo: convertir el espacio escénico donde sucede una historia —un galpón abandonado— en una metáfora que hable de sus protagonistas, su percepción y su momento.
Tres hermanos ingresan a un galpón perdido en algún lugar del conurbano bonaerense donde la vegetación crece salvaje. Iniciarán una peregrinación a Luján e irán poco a poco sacándose los aguijones que llevan clavados en la nuca. El papel de la memoria, la pertenencia, la identidad, serán los ejes sobre los cuáles se disputarán a lo largo de 35 kilómetros, sin salir jamás de ese galpón perdido en medio de la nada.
Quizá logren salir, quizá queden por siempre encerrados”.