Palabras de la directora
“A mediados de los años ’60 mi padre Saulo Benavente, como presidente del Instituto Internacional de Teatro, viajó a la Unión Soviética y se mandó la parte diciendo que venía de una familia circense. -Ah, si? Entonces lleve nuestro circo a la Argentina, lo desafiaron. No le quedó otra que erguirse como productor y organizar el primer desembarco de ese espectáculo enorme al continente latinoamericano. Era el año 1966 y el comienzo de un intercambio cultural que duró varias décadas, esquivando las complicaciones en los tiempos de la llamada Guerra Fría.
Mis recuerdos se remontan a la década siguiente, cuando pasaba las vacaciones de invierno dentro del Luna Park, acompañando a mi padre, entre osos, payasos y gente pintarrajeada. Incluso festejé algunos cumpleaños allí, tras bambalinas.
Saulo murió en 1982 y la vida fue pasando. Hasta el 2020, cuando se contactó conmigo Carlos Garaycochea -a su vez, hijo de otro productor- para comentarme que tenía un gran archivo del Circo de Moscú y que algo había que hacer con eso. Estábamos en pandemia y empezamos a compartir videos, imágenes, recuerdos. Cuando les comenté esto a mis socios Albertina Carri y Diego Schipani, la respuesta fue inmediata: -Ya.
Lo que siguió fue rastrear artistas de aquellos años repartidos por el mundo, entrevistas online, digitalizaciones y la planificación de una película, que también tuvo sus contratiempos: a poco de iniciar el rodaje estalló la guerra entre Ucrania y Rusia, y mucho se enrareció. Pero, con cautela, pudimos seguir avanzando y aquí estamos, estrenando por fin Una vez, un circo.”