Palabras del director
“Una de las cosas que leí cuando era muy chico, fue un texto que me dio mi vieja. Tenía una frase que había dicho uno de sus hermanos: “Ustedes no nos matan, nosotros elegimos morir” (Alberto Molinas 1976).
En los ’90, ya más grande, me juntaba con mi abuelo, el Beto Molinas, en una esquina de la ciudad de Santa Fe, más precisamente en el bar de la ochava. Tomábamos lisos, charlábamos y yo intentaba armar el rompecabezas familiar: un puzzle setentista con muchas piezas ocultas y cinco tíos militantes montoneros asesinados. Sus cinco hijos. Esos que pudieron exiliarse o salvarse y, sin embargo, como Alberto, decidieron seguir luchando.
En esos días empieza a rondar en mí la pregunta con la que comienza esta película: “¿Es posible que el sacrificio más grande por una causa sea el de dar la vida?”
A partir de esa pregunta, y muchos años después, le doy forma a “Tres Cosas Básicas”. Intento contar una historia del pasado reciente de la vida política argentina, pero con un relato en tiempo presente y una mirada hacia el futuro.
Elijo armar una suerte de policial político en el que el hilo conductor es la conferencia de prensa que protagoniza Tucho Valenzuela, un integrante de la organización Montoneros, que tiene que decidir entre la causa o su familia, entre su vida o lo que cree; y fragmentos de la carta que le escribe a su hijo mientras todo eso pasa.
Hoy Tres Cosas Básicas llega a su público. Y me hace pensar en el camino que me trajo hasta acá. El guion y la realización fueron por etapas. En sus intervalos, estrené mi primer largometraje, dirigí tres series y algunos cortos. Estos trabajos sumaron conocimientos, experiencias y compañeros como Andrés Habegger, co-director y productor creativo, y un amigo hermano. Todo eso enriqueció la película que hoy van a ver y sostuvieron el deseo de filmarla. Deseo que en este tipo de obras es un desafío mantener.
No sé si la pregunta con la que comienza la película tiene respuesta. Quizás sí, y seguramente haya más de una. Al final, ensayo un indicio, algo de toda esta búsqueda queda expuesto sin pretensión de conclusiones.
El bar de la esquina hoy es un edificio alto y moderno. Mi abuelo ya no está. Pero sí queda esta película para mantener viva su memoria, nuestra memoria, para dejar una huella que podamos volver a pisar en tiempos de incertidumbre y caos. Y en tiempos de deseos permanentes.”