Palabras del director

“En el año 2002, cuando conocí a Ricardo, quedé impactado con su música, la sencillez de su estar en el escenario y su deambular tranquilo por las calles de Humahuaca. Yo participaba en esta ciudad de un encuentro teatral y por las noches, solíamos ir a su peña. Cada vez te tocaba, algo mágico se apoderaba del lugar. Es muy difícil explicar, para alguien que no tiene estudios específicos de música (y quizás para los músicos profesionales también), qué era lo que sucedía, pero esas melodías en apariencia sencillas, llegaban al alma.
Surgió entonces la inquietud de realizar una investigación para luego darle forma a un proyecto documental que no sólo intentara contestar este interrogante, sino que atravesara también su actividad docente en medio de la puna jujeña.
En pleno trabajo, a mediados de 2007, me sorprende la noticia de que a causa de una aguda neumonía, Ricardo había fallecido. Esto contuvo notoriamente el impulso con el que había iniciado el trabajo, obligándome a un replanteo en los objetivos del mismo y los caminos a seguir.
Durante los años siguientes, encaré distintos proyectos y trabajos que postergaron consecuentemente el abordaje de éste, aunque siempre lo tenía en mente, era casi una deuda con mis deseos, pero ahora, además, buscaba ser un puente para que la música de Ricardo no cayera en el olvido.
Así fue que a principios de 2015, sentí que era tiempo de materializar este documental. Había realizado una investigación profunda, pero faltaba regresar a lo sensitivo: al reencuentro con su lugar, charlar con su gente, transitar sus caminos, los espacios donde se había desarrollado todo. Entonces, viajé a Humahuaca.
Este nuevo viaje fue revelador para mí. Además de recibir desde un primer momento todo el apoyo de su mujer, Mercedes y de sus hijos, Violeta, Juanita y Dante; fue trascendental participar del “Encuentro del árbol de la amistad”, que la familia continúa organizando cada 7 de enero y que el propio Ricardo iniciara hace ya más de veinte años. Allí, vi cómo el valor de la amistad, la humildad y el trabajo, se unían en un grupo de personas para poder mantener la tradición y, desde su muerte, recordar a Ricardo, no sólo musicalmente, sino también en su deseo de unión y amistad a través del arte.
Todo esto, sumado a las charlas con músicos y personas que compartieron diferentes proyectos con él, fue revelando diferentes rasgos de Ricardo que determinaron finalmente la estructura de la película, además de abrir nuevos interrogantes con respecto a su obra y a la visión que tienen de él, tanto los jujeños en general, como los músicos y folcloristas de otras regiones. Ricardo sufrió el desinterés de su propio pueblo, que hoy lo llama “el maestro Vilca”, pero en vida, menospreció en muchos casos su obra. La falta de reconocimiento en tiempo y forma, es, lamentablemente, algo que tiene en común con muchos artistas de nuestro país.
Este documental busca retratar la obra de Ricardo pero no sólo pensándola hacia atrás, sino rescatándola hacia adelante. En definitiva, como ya dije, busca ser un puente más hacia ella.”