Entre los durmientes de un viejo barrio ferroviario, Guille y sus amigos juegan con una pelota de goma. Luego de romper un vidrio, huyen. La pelota entra a una vieja y misteriosa casa de espejos, pero algo más que ella aguarda en el extraño recinto. El chirrido de una silla anuncia la presencia del dueño del lugar, guardián de un secreto gigante.