Palabras de la directora
“En el 2013, viajé a Corea del Sur y tuve la suerte de asistir a una conferencia de Kim Bok-dong. Esta anciana era una sobreviviente “comfort women”. Ella contó cómo a sus 15 años la subieron, junto con otras 30 mujeres, a un barco que emprendió un viaje a un destino no elegido. Nos hablaba de cómo la violaban más de 20 veces al día. De otras mujeres que vio morir a su lado. Habló de la culpa que sintió cuando finalmente pudo regresar a su casa, pero otras no. Y de la vergüenza infligida por una sociedad hacia ella, que la hizo callar hasta los 60 años. Su testimonio me impactó, porque personalmente no conocía nada sobre esta porción de la historia.
Kim Bok-dong falleció en enero de 2019.
Soy hija de coreanos, mi rostro lo dice. Si bien soy completamente ajena a ese pasado, hay algo muy potente que me conecta a esas mujeres. Sus rostros, con los mismos rasgos que el mío. Ese único elemento me obsesionó, me hizo parte de ello.
La poeta argentina Alejandra Pizarnik escribía en 1962:
“explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome”
Podríamos decir que este poema habla acerca de aquello que es inaprensible con palabras. Aquello de lo vivencial, de la experiencia, que no se puede contar con el lenguaje. No nos alcanzan las palabras de este mundo para explicar algunas experiencias. ¿Y cómo hablar de nuestra experiencia como mujeres? ¿Cómo nos definimos entonces?
“Partió de mí un barco llevándome” le pone el cuerpo a aquellas voces que fueron durante mucho tiempo silenciadas y que hasta el día de hoy son escuchadas parcialmente, a través de Melanie, una joven de la colectividad coreana en Buenos Aires. Y en ese acto, revelar cómo algunas estructuras opresivas persisten aún en la sociedad en la que vivimos, como pequeños gestos invisibilizados que logran operar en nosotras un inmenso dolor. Es el caso de Melanie, una joven actriz argentina-coreana, quien lleva en su cuerpo la posibilidad de volver presente aquellos otros cuerpos que fueron utilizados como campos de batalla, y de alguna manera trazar una línea invisible que une esas heridas con su propia experiencia de vida. Y es en nuestros cuerpos presentes donde encontramos la posibilidad de exorcizar el pasado, sanar heridas, y volver a pensarnos de nuevo.”