Palabras del director

“En mi infancia la escuela tenía cierta mala fama, era lo más parecido a un reformatorio, y que te manden a estudiar a Las Delicias era una amenaza constante dicha por nuestros padres cuando hacíamos alguna travesura. Pero cuando empecé a filmar, dejé de lado esos prejuicios y fui descubriendo otra cosa, cierta bondad, compañerismo y una particular sensibilidad tanto de los niños como de los adultos que convivían allí. En el momento que empecé a filmar Las delicias estaba desencantado con algunas formas de hacer cine. Tenía el rodaje de Nosotros nunca moriremos por delante, y necesitaba recobrar algo de esa fe perdida para encararlo. Entonces recordé este lugar que siempre llamó mi atención. Empecé a ir con mi cámara a pasar tiempo allí, como si fuera una suerte de retiro. Estaba siempre expectante, preparando el terreno para que algo se revele. Pensé que era una buena idea volver a casa, conectar con mi lugar de origen y algo tan sencillo como volver a filmar para responder esas preguntas que me inquietaban.”