Palabras de la directora
“Así como Odiseo, que viaja de aventura en aventura, llega un día en el que el retorno a Ítaca es inminente después de años de su partida. En mi caso, cada vez que retorno a mi ciudad de la infancia me inunda el orgullo de su gente por el lugar donde viven y la convicción de que hay que cuidarlo. El “Agua vale más que el oro”, sintetiza la férrea defensa del Derecho Humano a vivir en un ambiente libre de sustancias tóxicas y de extractivismo contaminante. Ya se cumplirán 23 años en los cuales Esquel escribe su historia y como tal merece ser contada.
Dos profesoras de Química de la Universidad Nacional de la Patagonia (una de ellas mi madre) comenzaron el trabajo de concientización de los peligros de la mega minería extractivista y veinte años después vivieron el denominado Chubutazo. Desde 2002, recorren los recovecos de Esquel y la provincia desmintiendo las mentiras de las empresas multinacionales.
Como la mítica Cassandra, tuvieron la valentía de abrirnos los ojos y ya son cuatro las generaciones que han adquirido conciencia ambiental. Contrariamente a lo que pasa en el mito, los fundamentos científicos brindados fueron suficientes para cimentar su credibilidad y la gente pudo sumarse al trabajo de concientización y difusión.
Desde pequeña, tal vez por el exilio político de los años 70 que nos tocó vivir, comprendí que la intervención política comienza por casa y que la salida es colectiva. Miro en la historia familiar y el ejemplo de los vecinos autoconvocados por el NO A LA MINA es el ejemplo concreto de cómo la militancia colectiva lleva a experiencias maravillosas. La difusión del conocimiento y la democracia participativa es remarcada en cada anécdota como los pilares de la asamblea. La montaña sigue observando las marchas que todos los 4 de cada mes se realizan en Esquel. Ella está allí hace miles de años, pero en los últimos 20 sigue allí gracias a su gente. Qué mejor que renovar la convicción a través de esta experiencia: que lo personal es político”.