Palabras del director

“Durante mi infancia pasé mucho tiempo en una pequeña estancia heredada por mi madre. Desde el prisma de mi niñez, las experiencias que viví ahí fueron horizontales y plenas. Convivía con los hijos de los peones en lo que parecía una especie de vecindad numerosa y desenfadada. Años después tuve que volver; esta vez en calidad de patrón. Me encontré con que no quedaba nada de esa tranquilidad inocente, sino más bien una violencia naturalizada de clase, de género y contra los animales. Lo que había cambiado no era el mundo, sino mi punto de vista. Y especialmente el rol que debía ocupar: el de patrón. De pronto me vi obligado a formar parte de esa cadena de violencia, donde la masculinidad, en su aspecto más arcaico, jugaba un rol fundamental. En un primer momento, quise cambiar la manera en que funcionaban las cosas. Azotado por la contradicción cometí errores y descubrí que mis ‘buenas intenciones’ sólo provocaban desestabilidad y desconfianza. Empecé a cuestionarme qué estaba bien y qué mal. ¿Acaso crecer es asimilar la injusticia y la violencia en el mundo? Esta es la pregunta que se plantea La Barbarie.”