Palabras de la directora

“Hemshej es una película que nació en una búsqueda por querer saber más sobre la historia de mis abuelos, sobrevivientes de la Shoá, y se convirtió en un proceso de deconstrucción y aprendizaje personal. La película reflexiona sobre la identidad en términos políticos y afectivos: el viaje que emprendí a lo largo de todos estos años de proceso implicó cuestionarme cómo se construyó mi identidad judía, una identidad marcada por la ausencia y los silencios, una identidad en la que la narrativa del Estado de Israel y la figura de la otredad palestina fueron componentes esenciales. Los interrogantes que tengo son muchos, pero mientras escribo estas líneas, hay una pregunta que resuena sobre las demás. Una pregunta que nace de una identidad en constante contradicción: ¿Hasta cuándo vamos a seguir reproduciendo una sola narrativa?

Escribo vamos intencionalmente, porque este proceso no evita que siga siendo parte de un nosotros. Es inevitable, como diría Donna Haraway, situarme: no puedo negar el lugar desde donde miro, aunque mi mirada actual no sea la misma que la del pasado. Como escribe la autora: “¿Con la sangre de quién se crearon mis ojos?”. Tenemos emociones asociadas a una serie de ideas en relación a nuestra identidad que se encuentran muy arraigadas a partir de la narrativa que recibimos y de las experiencias vividas. Nos criamos en un universo que instaló una variedad de premisas de forma lo suficientemente profunda como para que se nos hagan carne. Esta película busca desentrañar algunos de los elementos que conforman esa identidad y preguntarse sobre la narrativa con la que fui educada. Porque, volviendo a Haraway, “ocupar un lugar implica una responsabilidad en nuestras prácticas”. Y yo, como judía descendiente de hombres y mujeres que sufrieron el nazismo, siento que hoy no puedo permanecer en silencio ante la violencia producida en nuestro nombre.

Hay un precepto del judaísmo que escuché desde que tengo memoria, “Ve igadeta le binjá”: “Y le contarás a tus hijos”. Ese precepto habla de la importancia de la transmisión de la historia, de la necesidad de que exista un relato entre una generación y la siguiente, un relato que constituya y defina nuestra identidad. Este documental me llevó a reformular ese precepto, a repensar qué estamos contando. Aunque los nosotros y los otros sigamos existiendo, aunque nos separen las fronteras territoriales e identitarias, eso no implica que sea imposible proponer otras narrativas posibles y ampliar nuestros campos de visión.

El cine tiene una potencia micropolítica y confío en que Hemshej puede ser portadora de un poder de contagio en su recepción. Deseo con este documental incluir en el problema a quienes lo observan y aunque sea desde un humilde lugar, proponer una nueva cartografía desde donde trazar nuestros mapas identitarios.”