Palabras de la directora
“La historia de Alemania nace de la necesidad de reconstruir una parte de mi propia historia, sobre todo de un momento específico de mi adolescencia que resultó ser bisagra en muchos sentidos. Cuando tenía 14 años mi hermano mayor y yo éramos muy cercanos, nos interesaban las mismas cosas, Mariano era una persona sensible, brillante y sagaz que me dio acceso a un montón de mundos que perduran en mi vida al día de hoy.
Cuando cumplí 16 mi hermano empezó a comportarse de manera extraña y confusa.
Aparecieron en él cambios severos de ánimo que oscilaban entre la manía y la depresión, se volvía muy manipulador, celoso, tenía ataques de ira, de llanto, delirios místicos, insomnio, entre otras cosas. Mi incapacidad de no poder distinguir cuando era él y cuando era la enfermedad hizo que inevitablemente el vínculo entre los dos se fuera desgastando. A medida que las crisis se iban sucediendo nuestra relación se volvió cada vez más compleja y errática. Me daba bronca como los manipulaba a mis viejos, empezó a darme culpa ya no admirarlo tanto, me volví más hermética y afloró el miedo de tener en mis genes el mismo trastorno. Esta situación nos atravesó como familia, mi hermano menor era muy chico, mis viejos estaban desbordados, pasaron varios médicos y diagnósticos errados, y este escenario nos volvió a todos un poco disfuncionales. Como todo empezó a girar en torno a él y su trastorno, viví esos años que quedaban de mi adolescencia con bastante más libertad porque mi mamá y mi papá estaban ocupados con otra cosa.
Cuando apareció la posibilidad de hacer un intercambio con el colegio me pareció que era algo que tenía que hacer. Iba a un colegio alemán que ofrecía la posibilidad en cuarto año de ir a estudiar un semestre en Alemania. En ese momento, el viaje era una manera de tomar distancia de todo, resetearme temporalmente, alejarme de todo lo que conocía.
Mi hermano Mariano decidió dejar este mundo a los 44 años después de haber atravesado 17 crisis y varias internaciones. A pesar de que fue el momento más doloroso de mi vida, también trajo algo de alivio y espacio para darle lugar a ciertos procesos propios. Este guion lo escribí teñida por ese duelo, intentando reconstruir esos años de mi adolescencia a través de imágenes y recuerdos que gravitan en mi memoria y que resultaron ser los disparadores principales de esta historia.
Más allá de que la película no está centrada en la relación de Lola con su hermana, quizás lo más singular sea contar ese trastorno a través de los ojos de una hermana menor que está intentando descifrar qué le está pasando a su hermana mayor al mismo tiempo que se está descifrando a sí misma. Me parece una mirada que no fue tan contada hasta ahora.
Por otro lado, creo que Lola, al igual que yo, a lo largo de la película está atravesada por una especie de duelo. Creo que la adolescencia, con sus preguntas, sus frustraciones, sus confusiones y su dolor, es un largo duelo.”